Una pequeña joya del siglo XVI llamada San Lourenzo de Bruma


 

HdC. El peregrino que recorre el Camino Inglés se va a encontrar con un numeroso grupo de templos. La mayoría de ellos rezuman humildad e historia. Muchos fueron levantados cuando la Edad Media enfilaba su recta final, pero todos sufrieron al menos una reforma en el XVIII, el siglo del barroco. Las excepciones son muy contadas, y entre ellas está esta capilla puesta bajo la advocación de San Lourenzo y que los peregrinos admiran entre intrigados y sorprendidos cuando se detienen en ese final de etapa que es Bruma. Ahí abrió sus puertas un hospital de peregrinos en el que pernoctó un mismísimo emperador -aunque entonces no lo era, solo ceñía la Corona de España-, Carlos I. 

Y es que este templo tan sencillo sustituye a otro -este sí románico- desde el siglo XVI, y no ha sufrido reforma en profundidad alguna. Se cayó, porque el tiempo no perdona, su parte trasera, donde a principios del siglo XX todavía dormían los muy escasos peregrinos que pasaban por allí. En resumen: San Lorenzo
es una pequeña joya.

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