Richard Ford y su visión del Santiago del XIX





E.G. Santiago de Compostela, “ciudad pavimentada de estrellas”, fue uno de los destinos del británico Richard Ford (1796-1858), autor de una densa guía de viajes con enorme influencia en el s.XIX y con aseveraciones sobre el carácter y modo de ver la vida de los españoles que todavía hoy, casi 190 años después, se mantienen vigentes. Residió en España tres años, en Sevilla y Granada, y realizó otros tantos viajes a lo largo del país incluyendo Galicia, casi desconocida por entonces.

Aquella estancia convirtió a Richard Ford en un ferviente admirador de España y profundo conocedor de sus cosas. Sensaciones, olores, arte, lugares, paisajes, modos de ser y de pensar, política y religión, todo tuvo cabida en su “Manual para Viajeros por España y lectores en casa” (1845), con 1.064 páginas distribuidas en dos volúmenes, una extensión difícilmente considerada para una guía de viajes. 

Su importancia sin embargo no radica tanto en su extensión y detalles como en que proporcionaba una visión de España muy diferente a la de los tópicos del romanticismo divulgados por toda Europa, la peculiar imagen que evocan la Carmen de Mérimée, las leyendas andaluzas de Washington Irving o las acuarelas y dibujos de David Roberts. No olvidemos, en este sentido, que el XIX fue el siglo de esplendor de los relatos de viajes, y que nuestro país se convirtió en destino de viajeros y turistas, especialmente ingleses y franceses, que llegaban atraídos por el poder de lo exótico, la peculiaridad de las costumbres o el profundo arraigo de las creencias religiosas y supersticiones. George Borrow, Lord Byron, Alexandre Laborde o Gustave Doré son solo algunos de los viajeros decimonónicos ilustres que recorrieron España plasmando después sus impresiones. 

En este contexto es en el que cobra especial importancia la obra literaria de Ford. Pero es que además, en sus viajes por España el británico plasmaba sus impresiones también en dibujos a lápiz y tinta y acuarelas. Su testimonio gráfico está integrado por más de 500 piezas, algunas de ellas simples trazos y apuntes y otras bastante más elaboradas. Reflejan en su mayor parte rincones y monumentos de Andalucía pero, afortunadamente, también imágenes de los territorios que recorrió en sus tres expediciones por el país, aunque las láminas no se incluyeron en su Manual.  

Viaje por Galicia de Richard Ford. 

Recorrió Galicia en 1832, una tierra que contrastaba, y mucho, con el clima, el paisaje, la luz y el exotismo de Andalucía. Las descripciones de monumentos, ciudades y paisajes del Reino de Galicia, como lo denomina, son pormenorizadas y las desarrolla a lo largo de 11 diferentes rutas que cubren prácticamente toda la Comunidad, desde la frontera con Asturias a la de Portugal. De su periplo gallego, Ford destaca el clima, húmedo y lluvioso; el terreno, muy montañoso y con pocos caminos transitables; los prados, que se asemejan a los de Suiza; la gran variedad botánica o la calidad de sus vinos. Sin embargo no salimos demasiado bien parados en otros muchos aspectos ya que nos describe como un pueblo tosco, atrasado, empobrecido y obligado a la emigración para poder subsistir. 

Richard Ford llega a Santiago por primera vez desde Lugo, por la ruta de Sobrado, para entrar por San Marcos, el lugar en el que “el fatigado viajero columbrará por primera vez las oscuras torres graníticas de Santiago, y donde, también por primera vez, oirá la voz profunda con que le saludarán las avezadas campanas”. 

Para él, la leyenda sobre el doble descubrimiento del Sepulcro y el fenómeno de las peregrinaciones jacobeas solo se pueden explicar como una  estrategia política de los gobernantes medievales en su afán por contrarrestar el establecimiento de La Ceca, en Córdoba, como destino alternativo a la Meca. “Los españoles, inmediatamente, y por no ser menos, en vista de que no les era posible ir a Jerusalén, decidieron crear un sustituto en su propia tierra, y escogieron su montañosa capital, donde aseguraban que también ellos tenían enterrado a su profeta”. 

Tras su pasado de esplendor, afirma, Santiago cuenta en el momento de su visita con catedral, dos colegiatas y quince parroquias, además de numerosos conventos “abandonados y desiertos” tras el saqueo de los invasores franceses, con los “sepulcros desplumados y en ruinas, y aumentando el melancólico aspecto de esta melancólica ciudad”. 

En Santiago, dice, todo el mundo lleva siempre listo el paraguas y los campesinos también bastón porque “les encantan las riñas, como si en vez de Santiago su patrono fuera San Patricio”. Las vistas más majestuosas de la ciudad se consiguen desde la Almáciga, el Cruceiro do Galo y el monte Pedroso, “desde donde el panorama es tan extenso como bello”.

Estampas compostelanas del siglo XIX

Entre otras muchas obras y apuntes, reproducimos aquí dos estampas de Compostela, gracias a la generosidad de la familia del viajero británico y, especialmente, a Francis Ford, que nos ha facilitado su reproducción por mediación de Francisco Javier Rodríguez Barberán, profesor del departamento de Historia, Teoría y Composición Arquitectónica en la Universidad de Sevilla y uno de los mejores conocedores de la obra gráfica de Richard Ford.


Se trata de obras pertenecientes a la Colección de la familia Ford (Londres), incluidas en la exposición “RichardFord. Viajes por España (1830-1833)”, realizada en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (del 25 de noviembre de 2014 al 1 de febrero de 2015), con la que su comisario, el profesor sevillano Rodríguez Barberán, quiso dar visibilidad a la figura de Richard Ford en su dimensión de viajero y dibujante, ofreciendo un nuevo perfil que completa el reconocimiento ya obtenido para sus textos.


La primera imagen (arriba) corresponde a la obra incluida en el Catálogo de la exposición Santiago de Compostela. Vista desde “O Monte do Gozo, junio 1832. Lápiz sobre papel, 240 x 390 mm, que es desde donde los viajeros ven la Catedral y oyen por primera vez “la voz profunda con que le saludarán las avezadas campanas”. 

La siguiente estampa de Compostela (bajo estas líneas) está tomada desde la actual Alameda, o el Cruceiro do Galo, que él mismo señala como un punto de interés para obtener magníficas panorámicas de la ciudad y que se incluye en el  Catálogo como Santiago de Compostela. Vista con la Catedral, junio 1832. Lápiz sobre papel, 275 x 405 mm.






IMÁGENES CEDIDAS A LA REVISTA "JOYAS DE GALICIA", EN LA QUE ORIGINARIAMENTE FUE PUBLICADA ESTA INFORMACIÓN.

 


 

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