HdC. Reconozcámoslo: el hórreo de la foto
no nació para ser hito de nada, sino para algo más prosaico como guardar las
cosechas a salvo de los ratones, que los gallegos llaman “ratos”. Hay hórreos
de muchos tipos e incluso varían de nombre genérico según la zona en que se
encuentren, pero todos tienen un sistema de ventilación lo suficientemente
grande como para que se renueve el aire de dentro y lo suficientemente estrecho
como para que no entren los roedores por pequeños que sean.
Claro que los profundos cambios que
hicieron que en Galicia en 1970 más del 50% de la población activa estuviera
dedicada a la agricultura y hoy esa cifra sea de menos del 10% modificaron por
completo el mundo rural de esa comunidad autónoma. La emigración tanto a las
ciudades como al extranjero hizo que muchos hórreos fuesen cayendo, y los que
permanecen en pie ganan solera, prestigio y una pizca de admiración. En
resumen, los que sobrevivan van a acabar siendo auténticos mitos.
En el caso de
la foto, un hito del Camino, puesto que se encuentra a la vera de la ruta
jacobea muy cerca de Muxía, al final de la llamada Prolongación a Fisterra-Muxía.
Por muchos años y que los peregrinos lo vean.
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