La 'espiritada' de Gonzar, en O Pino




HdC. La historia que hoy traemos se refiere a una mujer, Josefa de la Torre, que logró sobrevivir 42 años sin comer ni beber,  cuestión que certificaron las autoridades religiosas, civiles y médicas de la época. Es la Enferma de Gonzar, como se la denominaba en el ámbito científico, o la espiritada, que es como la conocían en Gonzar, en el Ayuntamiento de O Pino, cerca del paso del Camino Francés.

Josefa de la Torre había nacido a finales del s.XVIII y llegó a tener 3 hijos hasta que en 1806, con 33 o 34 años, comenzaron los graves problemas de salud que la llevarían a su letargo. Tras un enfriamiento, Josefa sufrió un “parasismo”, o “desconexión” –así se describe-, una especie de pérdida de conciencia que se repetiría en los siguientes meses hasta dejarla encamada, inmóvil en posición fetal, y rechazando ingerir alimentos o bebidas. El cura de su parroquia, José Jacinto del Río, la visitaba primero una vez al día, después una vez a la semana y finalmente una vez al mes, mostrándose “enteramente persuadido de que vivía sin comer”. En los 42 años que ella sobrevivió a aquel primer sacerdote le sucedieron otros tres. Todos realizaban una visita mensual, en la que la enferma se confesaba y comulgaba, único alimento éste, la Hostia consagrada, que entraba por su boca.

El arzobispo compostelano Rafael de Vélez decidió investigar. Para ello dispuso que durante las 24 horas de 17 días continuados Josefa estuviese vigilada por un grupo de religiosos de su entera confianza hasta confirmar que, efectivamente, la mujer no probaba bocado ni bebía líquido alguno. Desde la Universidad compostelana, el  Dr. José Varela de Montes veló a la enferma 13 días y proporcionó un completo informe a la Real Academia de Ciencias Naturales sobre la extraordinaria capacidad de Josefa para resistir de forma natural la falta de agua y alimento. En su explicación, el Dr. Varela afirma que Josefa no necesita alimento porque no consume energía.

Curas, militares y doctores supervisaron su letargo en busca de signos de fraude que nunca encontraron. Josefa falleció en 1848, a los 75 años de edad, tras haber pasado 42 de ellos sin moverse, comer, beber e incluso casi hablar. Josefa de la Torre descansa desde entonces bajo el altar de la Iglesia de Santa María de Gonzar.

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