Cruces, en el Camino Portugués, románica y barroca



HdC. El románico se suele identificar con el arte tradicional de Galicia, adonde llegó gracias a esa gran banda ancha de la cultura que fue y es el Camino de Santiago. Encontró en esa comunidad los materiales idóneos: un excelente granito para los muros y unas buenas maderas de roble y castaño para los soportes de los tejados, recubiertos con una buena teja del país que se hacía desde el tiempo de la romanización. Y todavía hoy en Galicia permanecen en pie cientos, quizás miles, de ejemplos.

Pero hubo otro momento de esplendor: el siglo XVIII, el barroco, y la catedral compostelana da fe de ello. Multitud de iglesias rurales, grandes y pequeñas, sufrieron reformas, y ahora es muy común ver templos que muestran una base románica y una modificación más o menos profunda barroca.

Todo eso viene a cuento para entender la iglesia de Cruces, unos metros más adelante del santuario de A Escravitude y, por lo tanto, en el Camino Portugués. Una primera impresión lleva al peregrino a doscientos y pico años atrás, y a medida que paso a paso se acerca a esas sólidas paredes se fija en, por ejemplo, los canecillos, que lo retrotraen el románico. 

Y como suele también ser habitual en Galicia, el cementerio alza sus cruces mezclándolas icónicamente con los sillares dispuestos a resistir un millar de años más.

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