HdC. A Galicia ha llegado el otoño: descenso de Compostelas en
Santiago, aunque todos los días suman varios cientos las entregadas. Con este
tiempo, algunos peregrinos preferían no acometer la subida a las montañas de
Pedrafita y entraban en Galicia siguiendo el curso del río Sil. Es lo que hoy
se conoce como Camino de Invierno, ciertamente poco frecuentado (tiene sus
problemas para ser reconocido y homologado por la Administración, tema en el
cual ni quitamos ni ponemos).
Esa Ruta jacobea pasa, justo antes de llegar a la localidad
lucense de Quiroga, ante el castillo de Torrenovaes o Torres Novais. Se trata
de una fortaleza que perteneció a la orden militar de San Juan de Jerusalén,
reconstruida en parte y mostrando un aspecto misterioso y atractivo. Para
levantarlo se eligió un cerro áspero que permitiese una defensa fácil. En
realidad, esos muros, fosos, ventanas y puertas circulares son restos de tres
bastiones desde los que se contempla el río Sil, arteria vertebradora del Camino.
Su máximo esplendor tuvo lugar en los siglos XVI y XVII.
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