El puente gótico de Monreal




HdC. Dice el Códice Calixtino que una de las etapas peregrinas remata en la Mons Reellus. ¿Identificada? Por supuesto. Se trata ni más ni menos que Monreal, en el Camino Aragonés antes de alcanzar Puente la Reina (24 kilómetros separan ambas localidades). El puente de esta última resulta mucho más conocido que el que posee la primera y que permite salvar el río Elorz, pero tanto uno como otro figuran como auténticos hitos del Camino jacobeo.

Tierras navarras, por lo tanto, en las que late Monreal, a la cual García Ramírez concedió el llamado “fuero de los francos” allá por 1149. La población no se dispone en un alto, sino al pie de un gran cerro agreste que llega a los 1.289 metros sobre el nivel de las olas y que figura en los mapas como Higa de Monreal. 

Como es de suponer, allá arriba se construyó un castillo, sustituido hoy en día por una ermita puesta bajo la advocación de Santa Bárbara. Quede constancia de que la panorámica resulta impresionante –el acceso se va a hacer cansino pero nunca difícil-, si bien para el caminante lo más importante es detenerse en el mencionado puente. Verá una obra gótica cuya misión primigenia fue precisamente permitir a los peregrinos salvar la corriente. Como en el gótico se encuadra también el templo que reclama su atención: la parroquial de San Martín, aunque bueno es que el visitante vaya dispuesto a aceptar las modificaciones, ciertamente grandes, que sufrió en el siglo XVIII; un cambio sin duda hasta doloroso, pero necesario porque de otra manera en el XXI sólo quedarían ruinas. 

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