HdC. Hay hitos en los Caminos de Santiago que se dan por
descontados. Llevan poco tiempo ahí, no son monumentos ni se merecen una
visita, pero sin ellos la peregrinación sería más, mucho más difícil. Por
ejemplo, la señalización. Porque marcar todos los cruces desde Roncesvalles
para acá fue un auténtico hito, por mucho que existan puntos negros –que
existen- que cada vez lo son menos gracias a la labor conjunta aunque desigual
de administraciones y caminantes. La flecha amarilla, ese gran invento de Elías
Valiña, el cura de O Cebreiro cuya muerte tuvo lugar hace ahora 25 años,
corrige cualquier problema. En ocasiones con picaresca incluida, atribuible en
el ciento un por ciento de los casos a algún pícaro hostelero. Pero incluso en
la Prolongación de Fisterra y Muxía, en plena Costa da Morte coruñesa, es
posible ver las flechas amarillas: por la izquierda, a Muxía; por la derecha,
al fin del mundo. ¿Es posible decirlo más claro?
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