Elena Goyanes. Corría el año 1726. El Tribunal de la Inquisición de Galicia, asentado en Santiago de Compostela desde 1574, pretendía ampliar su sede en el Pazo de Monterrei, en la plaza de S. Miguel, para alegría de los benedictinos de S. Martiño Pinario, que en el fondo deseaban deshacerse de unos vecinos incómodos. La Iglesia gallega nunca había congeniado con la Inquisición: todo eran conflictos jurisdiccionales, querellas y problemas económicos. Tampoco los restantes poderes locales la aceptaban de buen grado. Hasta en dos ocasiones falló la creación del Tribunal antes de que el propio rey Felipe II lo tomase como una cuestión de Estado. El gallego fue el último en crearse en la península.
La ampliación resultó ser
la excusa perfecta para S. Martiño Pinario. Para ello buscó, compró y remodeló
otro palacio, esta vez extramuros, frente a la Porta da Mámoa, sobre el solar
en el que hoy se asienta el Hotel Compostela. Se conocía como la Casa Grande
del Hórreo, o Casa de Calo, por su propietaria, María de Calo y Temes.
En la nueva sede el Santo
Oficio debía acomodar todas sus instalaciones: dependencias para el Inquisidor
y sus funcionarios; celdas; salas de audiencias; la “sala del secreto” , donde se
oían las confesiones; estudios, almacenes,graneros… La Casa de Calo parecía
poder acogerlo todo. Según parece, existía ya mediados del s.XVII.
Exteriormente (se conservan fotos) recordaba al Colegio de S. Clemente, de la misma
época.
El hecho de contar con amplio patio interior facilitó que la Inquisición
la aceptase. Las obras se realizaron entre 1728 y 1731. Exteriormente no hubo
muchos cambios pero sí en el interior: había que adaptar un palacio de familia
acomodada a los nuevos usos.
Se dice que el último
prisionero de la Inquisición fue un estudiante liberal de 20 años, Casiano delPrado, condenado a 400 días de cárcel en 1817 por leer libros no autorizados,
participar en tertulias prohibidas y defender ideas herejes. Casiano era hijo
del arquitecto Melchor de Prado y con los años llegaría a geólogo de renombre.
El edificio se derribó en
1913. En 1927 se levantó el Hotel Compostela, con apariencia de palacio pero
también de fortaleza, diseñado por Antonio Cominges. El hotel abrió en agosto
de 1930, en un acto social del que se habló durante meses.
Interesantes los datos, tanto los históricos como las reflexiones acerca de la ubicación de la sede de la Inquisición.
ResponderEliminarMuchas gracias, Emilio.
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