Martiño Suárez. Minúscula,
pero primorosamente repujada, la moneda de Adro Vello es la primera
representación conocida de la traslatio, el mítico transporte del cuerpo
sin vida del Apóstol Santiago desde Palestina hasta tierras de Galicia,
atravesando el Mediterráneo, la fachada atlántica de Iberia y la ría de Arousa.
La pieza está custodiada en el Museo das Peregrinacións compostelano.
Fue
fabricada en torno al siglo XII por artesanos terriblemente hábiles: en doce
milímetros de diámetro se representó, por una cara, una barca trasladando a
tres personajes y, por la otra, a un león. En la primera de las faces los
protagonistas son el cadáver de Santiago y los dos discípulos que, según la
tradición, lo trajeron por vía marítima hasta Padrón, para después
transportarlo en un carro tirado por los bueyes de la reina Lupa hasta el lugar
que hoy ocupa la Catedral. En el anverso, acompaña al león la leyenda
'Ferdinandus Rex', que ayuda a datar la pieza durante el reinado de Fernando II
(1157-1188), uno de los impulsores de la construcción de la Catedral y, por lo
tanto, del mito jacobeo que hoy trae a Compostela a miles de peregrinos.
La pequeña
escena de navegación hace mucho más que ilustrar la historia de la traslatio,
y reprenta una época dorada para Compostela. La barca representada es una
embarcación de tipo nórdico, lo que habla del tráfico internacional que
entonces llegaba a las costas de Galicia con destino a una de las mecas de la
cristiandad.
Bajo
tierra
Con todo lo
que tiene de relevante, la mayor parte de la existencia de esta moneda
transcurrió bajo tierra. En algún momento posterior a su acuñación, su
propietario la extravió o la guardó; la moneda estuvo enterrada durante siglos
en la necrópolis de Adro Vello, en San Vicente (O Grove). Se trata un
yacimiento próximo al mar de gran importancia: en él se reúnen restos de más de
dos milenios, desde vestigios de una fábrica de salazón antiquísima a los muros
de un asentamiento romano o lo que queda de una iglesia visigótica. En 1985, un
grupo de arqueólogos de la Universidad de Santiago la descubrió durante una
excavación.
El profesor
José Ignacio Carro Otero, quizá quien más sabe de la pieza, cuenta que la
moneda apareció casi por casualidad, en un nivel de la excavación poco
prometedor en el que pocos esperaban encontrar nada relevante. La moneda,
explica, debió de ser acuñada en la antigua ceca santiaguesa, de la cual queda
como recuerdo el nombre de una calle, la rúa da Moeda Vella, junto a San
Martiño Pinario.
La
Fundación Xacobea Ruta do Mar de Arousa e Ulla ha visto en esta moneda todo un
símbolo de una tradición que une a más de veinte municipios de la zona. La
figura de Santiago embarcado con sus discípulos podría ser, para su presidente,
Javier Sánchez-Agustino, la imagen de marca común de esta zona fecunda en
historia, puerta de entrada, según se cuenta, de los restos que crearon
Copostela tal y como hoy la conocemos.
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