Paradoja en la Ruta de la vida


HdC. Son las personas, hombres y mujeres, las que han hecho los Caminos y las razones últimas de la existencia de los Caminos. No son rutas extraterrestres, sino mundanas, pero al mismo tiempo llenas –saturadas- de ilusiones, de deseos, de esperanza. Y también de muerte. Porque miles de anónimos peregrinos dejaron su vida en esa aventura que era –ahora lo es menos- salir de su casa en cualquier parte de Europa y echar a andar hacia Compostela.

De alguna de esas personas, muy pocas, queda constancia. En unos casos, por los registros que se llevaban en los hospitales. En otros, una ínfima cantidad, porque algo los recuerda a lo largo del itinerario. Este es el caso de Guillermo Watt, un peregrino que “abrazó a Dios” cuando tenía 69 años y se encontraba a tan sólo “una jornada” de Santiago. Así lo recuerda una placa colocada en el municipio de O Pino, de cuyo texto está sacado el entrecomillado.

En el Camino, sí, también se muere. Una paradoja en la Ruta de la vida.

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