HdC. Después de afrontar una exigente subida que, en realidad, comienza en Laza,
12 kilómetros atrás, los peregrinos que recorren el Camino Sanabrés o la Vía de la Plata se
encuentran con una sorpresa al entrar en Alberguería. La localidad es apenas una
aldea al lado de la carretera, con una iglesia pequeña y con dos curiosos óculos
en la fachada y muchas casas vacías, demasiadas.
Sin embargo, en medio de la población se encuentra el Rincón del Peregrino,
un curioso establecimiento en el que durante años los caminantes han ido dejando
conchas de vieiras firmadas y convenientemente atornilladas a las paredes. Las
dos estancias con que cuenta el bar e incluso la fachada se encuentran cubiertas
de ellas, y resulta entretenido detenerse unos minutos a leer los mensajes que
han escrito quienes han parado aquí antes.
El bar cuenta con un pequeño albergue privado al otro lado de la calle.
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