HdC. “Estas escalofriante ruinas, que hacen funciones de granja,
repiten la situación de Puente la Reina de Navarra y dan techo con su nártex
(atrio porticado contiguo al pórtico de la iglesia) al Camino, hoy carretera.
Sobre la pared que antecede al nártex se puede ver el emblema del delfinado,
patria de los fundadores de la orden; y bajo el tejadillo abovedado, la portada
ojival. Tras el hastial de los pies se abre un magnífico rosetón en el que se
adivinan las cruces en tau que formaban un círculo. En conjunto estas ruinas
nos ayudan a evocar la legendaria orden que las habitó”.
Son palabras del libro “Curiosidades del Camino de
Santiago”, editado en 1992 por El País Aguilar y cuyo autor es Juan Ramón
Corpas Mauleón, un gran conocedor de la Ruta jacobea, médico y un buen director
de Cultura de Navarra en su día. Se refieren a los restos del monasterio de San
Antón o de San Antonio Abad, el primer monumento que se encuentran los
peregrinos cuando entran en la villa burgalesa de Castrojeriz.
El edificio fue palacio de Pedro I de Castilla, y
posteriormente pasó a propiedad de la misteriosa orden de los antonianos,
disuelta a finales del XVIII. Esas dependencias recibieron su puñalada de
muerte con la Desamortización del siglo XIX.
Pero hay que remontarse a mucho antes para encontrar su
origen, que todo apunta a que procede buscarlo en 1146, y su fundador no fue
otro que Alfonso VII, si bien de aquella obra nada queda y lo que se ve en la
actualidad hay que enmarcarlo en el posterior gótico del XIV.
¿Qué tienen hasta de insólito estas ruinas? Que el Camino de
Santiago pasa por debajo de los dos arcos del pórtico erguido en el XIV, que
protegía la entrada al templo. Una imagen imborrable.
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