HdC. En el siglo XIII comenzaron a desembarcar peregrinos del norte de Europa, de manera masiva, tanto en la ría de A Coruña como en la de Ferrol, y con sus pasos dibujaron sobre la geografía gallega el hoy llamado Camino Inglés. Los que echaban pie a tierra en la segunda –en la propia aldea de pescadores de Ferrol o en el puerto más resguardado de Neda- emprendían camino hacia el sur con Compostela en la mente.
Así, daban la vuelta a aquella ría, cruzaban el Eume por el gran puente
que aún ahora –con una profunda reforma del XIX- se conserva y se encontraban
con otro río no muy caudaloso pero incómodo de salvar: el Lambre. De manera que
el mismo señor feudal que mandó construir el puente sobre el Eume ordenó
levantar otro sobre esa misma corriente. Y así se hizo, en estilo gótico.
Sin embargo, el itinerario oficial del siglo XXI no va por ahí, lo cual constituye
evidentemente un error histórico. Cuando el peregrino llega a Miño desciende
hasta el Ponte do Porco, una aldea en un espacio natural protegido. Y ahí, en
el siglo XIX, se irguió otro puente más, todavía en uso. Lo inauguró la
mismísima reina Isabel II en el año 1862 y sigue viendo pasar peregrinos, que
suelen detenerse a hacer fotos, ignorantes de que inmediatamente después les
espera una gran cuesta. Pero, ¿para qué desanimar a nadie?
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