HdC. “La gente del común sabe que en Galicia los cruceros son
objeto de veneración popular”, afirmaba un texto de muy de finales del siglo
XIX. Es posible que hoy esa veneración haya disminuido, al tiempo que ha
aumentado su protección. Pero para los gallegos los cruceros siguen siendo señas
de identidad que llevan en su ADN. Los hay en los cuatro puntos cardinales del
país, y se levantaron no sólo por una razón sino por muchas: agradecimiento por
un favor divino, señalización de caminos, para ahuyentar a la Santa Compaña,
cumpliendo el testamento de alguien… Los peregrinos conocen bien estas obras
desde siempre, y se convirtieron en auténticas indicaciones sobre el rumbo a
seguir para alcanzar la plaza del Obradoiro.
En el catálogo se encuentra de todo: sencillos, historiados,
con hojas corintias, con base pequeña, con base enorme y alta… No faltan los
que hagan alusión a la muerte, y los menos indican quién los levantó y cuándo.
Este de la fotografía recoge ambas cosas. ¿Dónde se halla? En pleno Camino
Portugués, en el municipio de Barro, que es tanto como decir una vez dejado
atrás Pontevedra. Y eso sí, no hay que tener miedo a pasar de largo: la vía que
pisa el peregrino fue diseñada por los romanos –Vía XIX- y en tiempos mucho más
recientes ha sido rebajada, de manera que el crucero queda a la izquierda en lo
alto. Parece que vigila al que pasa y le desea buen Camino.
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